Descubrimos que los políticos sostienen —de acuerdo a su criterio— a toda una sociedad conformada por seres humanos que deben satisfacer las mismas necesidades que la casta política. Sin duda que le hegemonía arbitraria supera con creces el pensamiento de una autoridad, o de quien detenta unos gramos de poder gubernamental, para deteriorar el sentido común al enredarlo en la madeja de los juegos politizados con que malgastan su tiempo los responsables del bienestar general, menoscabando la relevancia que los sueldos se extraen de los impuestos, y éstos del trabajo de los ciudadanos.
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