Somos conscientes del valor del reclamo, pero solo quién reclama escucha su propia voz, la autoridad responsable —tanto en su calidad de funcionario como en la obligación salarial— cierra sus ojos ante la realidad de su incompetencia; parece ser que la pasividad es el premio mensual por el buen cumplimiento de las tareas laborales, respondiendo a un conjunto prefabricado de sostenimiento en el poder. Desde hace décadas que los estudiantes reclaman innumerables condiciones para mejorar desde lo edilicio hasta los programas educativos, pero pocas veces se logra determinado éxito en la postura, ya que —paradójicamente— quienes tienen la...
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