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martes, 4 de agosto de 2009

Un Complicado Día Tranquilo!

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Se aprestó tranquilamente para emprender el día laboral con la plena convicción de un día ordenado, tranquilo y sin agitaciones. Saludó a su familia, dedicándole a su esposa una mirada muy sugerente... siempre cómplices en sus vidas.
Mientras manejaba su automóvil repasaba su futuro inmediato, sabiendo que la agenda esta ordenada, con sus entrevistas en horarios definidos, con la rutina productiva ya elaborada, disfrutando ese café que le preparaba la secretaria en la medida exacta de su paladar.
Acercándose a la puerta del edificio recibió el saludo cordial del empleado de seguridad, que amablemente le abrió la puerta haciendo un comentario sobre el rico aroma del amanecer de hoy.
Su secretaria estaba en el lugar, los empleados armaban el bullicio cotidiano y las computadoras ejercían su oficio de apabullar con ese zumbido característico como renegando a ser castigados por los dedos del hombre.
Recorrió su escritorio metódicamente y en un reflejo de autoridad corroboró que la oficina cumplía su función de tal estando todo en su lugar y con las paredes verticales, y el aparato telefónico en letargo... no por mucho tiempo!
Ni siquiera había cumplido el ritual de solicitar el café cuando el agudo repiqueteo destrozó el silencio habitacional. Este nuevo cliente del estudio, cuya obra tendría un peso porcentual muy importante dentro de la facturación de los próximos seis meses, solicitaba su presencia imperativamente... hoy! Los temas a tratar definirían la marcha del trabajo y la secuencia de pagos.
Ante tamaña prerrogativa, aclaró con su secretaria las cancelaciones a realizar, las cuestiones del día a resolver y demás pormenores provocados por el inesperado cambio de planes, dejando su apacible día laboral dentro del cubo de la utopía.
Pertrechado de su equipo tecnológico portátil, ascendió a su móvil comprobando que el nivel de combustible reclamaba un abastecimiento, planeando en que punto de su nueva aventura se detendría para alimentar a ésta compañera de metal.
Dado que aún no había ingerido nada, en el mismo lugar proveedor de nafta habían instalado un pequeño bar que lo tentó hasta la acción... resultando el primer paso de regreso hacia el humor destruido
Desde su posición de sentado, escuchó el ruido del choque automovilístico a pocos metros del estacionamiento, desplazando uno al otro de manera que en su recorrido estalló su lateral contra el frente del móvil estacionado... precisamente el suyo!
Ante la desesperación del hecho, se acercó de prisa para observar el deterioro, desestimando su arsenal electrónico en la mesa del café, corroborando la inutilidad de su vehículo para continuar con la visita planeada.
Con el ánimo exaltado por la violencia de la situación, resolvió llamar al servicio de urgencias automovilísticas, así como al cliente para demorar su visita, encontrándose con la grata sorpresa de haber sido víctima de hurto telefónico y tecnológico, completando el cuadro de soledad y desamparo propio de un dependiente de la modernización globalizada.
Enfrentándose a un pensamiento insano con las manos vacías y el corazón decepcionado, asimiló la derrota de la ilusión matutina de tranquilidad, moviendo los engranajes de la imaginación para recobrar desde la historia antigua como se resolvían los problemas sin las ventajas de la era, tropezando con variables graciosas, hachas, garrotes y vestimentas de piel.
Ubicándose en la propia prehistoria donde se encontraba, y luego de un sorbo tranquilizador de café caliente, recordó los comentarios de sus ancestros de la formas en que se movilizaban los negocios, los contactos y los servicios.
La aventura de buscar monedas para el teléfono público tomó su tiempo, pero le permitió abrir los ojos a otra realidad ya olvidada, facilitándole la tarea de comunicarse para denunciar su celular, llamar al servicio mecánico y cancelar el diálogo laboral a través de su secretaria.
En medio de un silencio sólido, mientras esperaba mansamente a la ambulancia mecánica, pensar, cavilar, imaginar y cuestionar resultaron ser los únicos deportes que se le autorizó a practicar, siempre en forma individual y compitiendo con su experiencia, potencialidades y posibilidades... galardonándose con un triste tercer puesto en cada olimpíada.
Tomando conciencia de lo acontecido y de su electrodependencia, rumiando la invalidez de las posibilidades humanas fuera de la fría tecnología, comenzó a elaborar un cambio en los miedos de su vida, abarcando desde lo contemporáneo de su edad hasta la tenebrosa jubilación cultivada durante toda su existencia, sopesando en cada materia analizada que apoyo necesitaba de calidez humana, descubriendo ante su asombro que nunca había realizado nada.
Al venir el auxilio mecánico ya había cambiado cinco vidas a vivir, encontrándose en una encrucijada que contiene carteles indicadores que lo llevaban a rutas infinitas desmarcadas de líneas blancas y amarillas.
No volvió a la la oficina, le degustaba como una matriz de sus actos, necesitando en éste momento pintar de transparente las paredes limitadoras de pensamientos, dirigiéndose luego de dejar el automóvil hacia aquel espacio verde que tantas veces había visto pero que nuca se había percatado que existía.
Caviló con el corazón, retorciendo las fibras de las emociones y resguardando sentimientos lógicos... la confusión comenzó a desperezarse cuando el ocaso le exigía el regreso a la cuna protectora de su familia.
En un sólo instante brotó la decisión... utilizar y no ser utilizado... ser libre con el ropaje de la esclavitud.. compartir sin brindar sólo utilidad...
Comenzar resultó ser todo, cuando al relatar en su círculo íntimo los sucesos descubrió que había cariños que lo escuchaban y lo entendían, que los tiempos son verdaderos cuando uno los hace con el corazón, brotando la realidad de las expresiones sin límites formales ni temores a sus consecuencias.
Cuando ingresó al día siguiente a su oficina descubrió un lugar vetusto, lleno de prejuicios y grises que lo esperaban para relatarle los pormenores y las problemáticas laborales, tomando de su ser cada partícula de alegría para mutarla en frustración... éste era el verdadero campo de batalla!
Armado electrónicamente comenzó por lo más fácil, dejando que las circunstancias mayores se desarrollasen por sí solas, con el fin de visualizar la totalidad de la temática, permitiéndole percibir con el corazón cada dimensión real sin atormentarse, asomándose ciertas posibilidades de soluciones que le permitirían elegir la más adecuada para su bienestar y circunstancia, mejorando su calidad de ser en sus momentos... no en los tiempos impersonales!

1 comentario:

  1. Nadie sabe cuándo despertamos a la realidad, menos aun con qué ropajes contamos, sin saber qué deseamos más allá del escapismo hacia la ignorancia y el anonimato.

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