Leyendo en el Colectivo

Quizás el mayor tiempo habitual que poseemos con la plenitud de nuestra voluntad intelectual, resulte ser el medio de transporte público, ya que nadie nos controla ni nos observa con la crítica salarial, sabiendo que quienes nos rodean no son más que... desconocidos en potencia!

La supremacía de la situación antagonista nos provee de una transparencia sustancial que nos libera hasta la infinitud en las garras de la imaginación, permitiéndonos explayarnos en la misma de la manera más íntima y placentera, despojando a la realidad de su presión materialista.

El rendimiento de esos momentos en movimiento es de nuestra responsabilidad, ya que contamos con esa herramienta para fusionar aspectos recónditos de nuestras ilusiones y esperanzas, contando con su respiro para inhalar la libertad que siempre soñamos... sabiendo que nunca la podremos alcanzar!

Cuando interiorizamos nuestras introspecciones en la conciencia manual, descubrimos que no siempre nos encontramos en el lugar adecuado, deteniendo nuestro hilo en la observación de los demás para hurgar -o robar- parte de sus existencias, y saborear en ellos los arquetipos que queremos -y a veces no deseamos- ser.

Tratando de leer el corazón de las personas a través de sus miradas furtivas, gestos faciales o movimientos impulsivos -y/o reflejos-, podemos adentrarnos un paso en su fantasía circunstancial, donde flotan las desdichas y las alegrías desde una orilla hacia la otra del hemisferio craneano.

Confundimos en ese punto del análisis la clarividencia con la propia fantasía, ya que resolvemos las temáticas ajenas sin la menor base de sustentación, pero satisfechos de que el conocimiento de la vida brota en las líneas escritas de nuestra agudeza perceptiva... o sea nada más que un simple juego mental!

Pero sofrenamos toda esta confabulación cuando nos topamos con un lector... inmediatamente deseamos saber que lee!

Esta intriga insatisfecha la deducimos en parte con la actitud del mismo, ya sea de una alta concentración, o bien en la superficialidad de la misma en el revoloteo de su cuerpo contra el asiento que lo sostiene.

Tratando de ser reales observadores, podemos lograr espiar en la temática del libro ojeado, ya sea en sus encabezados, en las pocas líneas que logramos atisbar, o bien en el formato de la encuadernación... el espectro de la investigación es grande!

La sorpresa nos invade cuando logramos acumular información suficiente en el correr del tiempo de acechanza; encontramos desde novelas policiales hasta filosofía existencial, mezclada con lectores de diarios y revistas de actualidad, hasta llegar a correctores literarios que marcan errores constantemente con el látigo del verdugo, satisfecho con las heridas que descubre al compás del movimiento vehicular y de las frenadas a destiempo.

Pero el galardón lo merecen los lectores laborales, quienes recorren con su mirada rápida y rapaz los informes profesionales, así como las estadísticas empresariales con una actitud paternal, denotando sus apreciaciones en los meneos de su cabeza o en los hombros consentidos.

Esta variedad simiesca de los leyentes nos abre a la tentación del jolgorio, ya que los observamos desde el púlpito de la crítica, sin la mayor intención que calcinar los tiempos libres que derrochamos en la ruta hacia el objetivo, sin tomar conciencia de que también nosotros formamos parte del muestrario humano para otros ojos, hasta que bajamos del transporte y nos volvemos a sentar ante el ordenador de nuestro mundo virtual... para no afligirnos del conglomerado de la raza!