Si bien estamos ante una potencia económica quien enfrenta semejante gasto semanal para destruir vidas y bienes, podemos mal deducir que una nación que no se halla desarrollando una guerra se priva de gastar la cifra en cuestión, por ende el calificativo de pobre para un país pacífico es inaceptable, ya que el dinero no extraído para belicidad —sea la cifra que fuese— es invertido en crecimiento y desarrollo.
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